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Walter Gropius en la Residencia de Estudiantes
Jesús Bal y Gay, 1930

Jesús Bal y Gay nació en Lugo en 1905, ciudad donde comenzó sus estudios musicales. En Santiago de Compostela estudió medicina, pero abandonó sus estudios para irse a Madrid, donde, en 1924, ingresaría en la Residencia de Estudiantes. En esa institución puso en marcha el departamento de música y trabajó en diversas actividades de la Junta de Ampliación de Estudios. Junto a Eduardo Martínez Torner, emprendió un proyecto, el Cancionero gallego, que no sería publicado hasta 1974. La Guerra Civil le llevó al exilio en el México de Lázaro Cárdenas, donde constituyó, junto a Adolfo Salazar, uno de los pilares de la cultura musical en aquel país. A mediados de los años sesenta volvió a Madrid donde fueron estrenadas algunas de sus obras. Fallecería en 1993.

Walter Gropius en la Residencia

Un nuevo gran embajador de Europa que viene a esta Residencia de Estudiantes de Madrid. Walter Gropius. De los contadísimos hombres que pueden ofrecernos una “inteligencia viva”, una ciencia, un arte y una técnica “sociales”.

Walter Gropius, arquitecto, fundador de la “Bauhaus” de Dessau, casa que no es una simple escuela de arquitectura, sino un eficaz laboratorio de arte integral. En ella colaboran arquitectos como Hannes Meyer y el mismo Gropius, pintores como Kandinski [sic] y Paul Klee, fotógrafos como Peterhans, técnicos del anuncio como Schmidt. Allí se dan clases de metalurgia, de enseñanza práctica de las formas, de carpintería, de textura, etc. Casa que (¡milagro, milagro, universitarios españoles!) no es una torre de Babel, sino que en ella, al contrario, las diferentes enseñanzas se compenetran entre sí y el alumno las recibe a lo largo de nueve semestres sabiendo que su final será cosa viva, natural, eficaz, no un título muerto. De allí sale el arquitecto en posesión de conocimientos utilísimos para él, pero cuyo solo enunciado provocará sonrisas en este país nuestro: economía, psicología, etc., etc.

¡El fundador de la «Bauhaus», en España! ¡Qué cantidad de cosas no hace pensar esto! Precisamente, el Gropius que resultó más interesante, como reactivo, no fue el que dio una conferencia, con toda solemnidad, en la Sociedad de Cursos, sino que fue aquel que charló con nosotros una noche después de cenar. Auditorio de estudiantes en su mayor parte ávido de caminos, pletórico de interrogaciones. A cada pregunta, Walter Gropius contestaba claramente y era como si se abriese una ventana inédita. Los curiosos, sinceramente, aun no nos sorprendíamos mucho. Pero los estudiantes de arquitectura ¡qué conmoción sufrían ante cada noticia que salía de labios de aquel hombre!

He aquí datos de la «Bauhaus» que es necesario se digan a gritos en España.

La «Bauhaus» se estableció primeramente en Weimar. Pero los medios oficiales le hicieron la vida imposible. Walter Gropius tuvo que renunciar allí a su propósito…

(Una voz de patriota: Ah, vamos; en todas partes cuecen habas. Yo: No, señor, no en todas partes se cuecen, porque, en este caso…)

Gropius abandonó Weimar y aceptó el ofrecimiento del alcalde de Dessau, Herr Hesse. Este extraordinario alcalde considera, y no sin razón, como timbre de honor para la ciudad el constituirse en hogar de la «Bauhaus».

Un dato indispensable: La «Bauhaus» parecería en España una casa de locos. Si aquí se construyesen casas como las que construyen Gropius o Hannes Meyer, si aquí se expusiesen los cuadros de Klee o de Kandinski, la gente se indignaría y llamaría locos a esos hombres. Y ellos son precisamente el alma de esa escuela protegida por el elemento oficial de Dessau.

Otro dato: La «Bauhaus» lleva ya diez años de vida. ¡Qué vergüenza para los que no lo sabían!

Y no quiero terminar estas líneas sin señalar las actividades de esa escuela a aquellos buenos gallegos que desean el advenimiento de un arte nacionalista. Sólo con una «Bauhaus», es decir, con un continuado contacto de las más diversas artes, se logrará pronto y bien.

Marginales, El Pueblo Gallego

Vigo, 20 de noviembre de 1930

Reid Miles, portada para el disco de Horace Parlan, Happy Frame of Mind. Blue Note, 1963.

2019. Jesús Bal y Gat

Walter Gropius había nacido en Berlín, en 1883, en el seno de una familia de la alta burguesía. En 1903, con veinte años de edad, inició sus estudios de arquitectura bien lejos de Berlín, en la Technischen Hochschule de Múnich, en Baviera, pero al poco lo dejó para seguir un año de instrucción militar en Hamburgo. En 1906 intentaría reanudar su formación, en este caso, en la Technischen Hochschule de Charlottenburg, al oeste de Berlín, pero dos años después abandonó por completo los estudios, tras cuatro semestres, sin recibir ninguna titulación. Parece que su incompetencia en el dibujo, por entonces, una materia imprescindible para los arquitectos, fue una (entre otras) de las razones que le llevaron a dejar los estudios. A pesar de carecer de título, Gropius empezó a construir edificios no muy complejos para algunos familiares suyos en Pomerania, donde mostró su inclinación por un nuevo lenguaje arquitectónico todavía poco definido. Fue entonces, entre septiembre de 1907 y abril de 1908 cuando realizó un viaje a España. En los meses que recorrió la península llegó a adquirir un conocimiento razonable de la lengua castellana que le serviría años más tarde para impartir varias conferencias en España.
A su vuelta se incorporó al estudio de Peter Behrens donde llegó a trabajar junto a Mies van der Rohe, con quien siempre tuvo una relación complicada, y Le Corbusier. Entre 1910 y 1915 se ocupó en la construcción de la fábrica Fagus en Alfeld, su edificio más relevante hasta entonces. En ese edificio se apuntan ya algunas ideas arquitectónicas que serán evidentes en los edificios de la Bauhaus en Dessau. Pero esos años fueron para Gropius, como para tantos otros, los años de la guerra. Su actuación en el frente occidental, donde sería herido de gravedad, le haría merecedor de la Cruz de Hierro. En 1915 contrajo matrimonio con Alma Margaretha Maria Schindler, viuda por entonces del compositor austriaco Gustav Mahler. El matrimonio terminaría en 1920 y Gropius, tras un periodo de relaciones más breves, se casaría en 1923 con Ise (Ilse) Frank, con quien permanecería hasta su muerte en 1968. En 1918 pasó a formar parte del Arbeitsrat für Kunst, organización que llegaría a presidir en su etapa final tras la marcha de Bruno Taut.
Hasta 1928 Gropius no tuvo otro interés que dirigir la escuela, aunque no abandonó su actividad como arquitecto. En ese año abandonó la Bauhaus para dedicarse plenamente a su trabajo como arquitecto y propuso a Hannes Meyer como su sucesor. Su lejanía de la dirección no impidió que participase de algún modo en el cese en 1930 de Mayer como director de la Bauhaus y en el nombramiento de Ludwig Mies van der Rohe. Tras la llegada al poder del NSDAP en 1933 Gropius no mostró serias resistencias al cambio de régimen. Del mismo modo que otros miembros de la Bauhaus (y de tantos activistas de los movimientos de vanguardia) Gropius intentó “un acercamiento a la retórica nacionalsocialista”, como demuestran algunas de las conferencias impartidas en 1934, cuando la dictadura era ya un hecho.
Su estrategia de promoción en Estados Unidos comenzaría con la exposición que llevó a cabo el MoMA en 1938. Gropius no solo consiguió asimilar las ideas de Meyer e incorporarlas a su interesado relato, hizo lo mismo con las de Mies van der Rohe, y con cualquier otra aportación que fuera de interés para sus objetivos.
En 1968 la revista LIFE dedicó un empalagoso reportaje al fundador de la Bauhaus con motivo de su 85 cumpleaños, que apareció también en la versión en español que por entonces tenía esa publicación. “Cuando llega el invierno, Gropius y su esposa se van de Massachusetts a Castle Hot Spring, estado de Arizona. Gran jinete, a veces cabalga hora tras hora por le desierto […] excelente tirador hace aquí unos disparos de práctica. […] ‘Es imposible aburrirse cuando se anda por el campo’, dice. ‘Me extraña mucho que los norteamericanos no recorran más este país. Encierra grandes maravillas’.” En un lenguaje carente de la mínima distancia crítica, el reportaje glosa la figura de un hombre ejemplar. “Cuando Walter Gropius, de vacaciones en Arizona, se divierte lanzando chorros de agua, las gotas caen trazando en el aire la trayectoria de un hermoso diseño”.

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